domingo, 13 de noviembre de 2011

EL APEGO




Tenemos  una niña  de acogida en casa, que ahora tiene 10 años.
Lleva viviendo con nosotros desde que tenia 5 años.
Nos metimos en este proyecto de realizar acogimientos hace ya mucho tiempo y este el tercer niño que cuidamos y tenemos a nuestro cargo en situación de guarda, tutelada por  Conselleria.

El acogimiento de un menor es un tarea complicada de entender y de llevar a cabo, sin caer en el error, temido por todos, de creer que por el hecho de que estas cuidando a esa persona, ya forma parte de tus posesiones y nadie tiene el derecho de poder arrebatártelo.

Se va creando un vinculo entre el niño y la familia que lo cuida muy estrecho, y cada día que pasa se afianza de tal manera que piensas que va a ser muy doloroso cuando llegue el nefasto día en el que la familia pueda y lo quiera recuperar.

Estamos acostumbrados a poseer cosas, y personas. Cuando nombramos a nuestros seres queridos, el pronombre "Mi" aparece ligado por defecto.
Mi hijo, Mi abuela, Mi perro, Mi tío, Mi libreta... El Mi recalca continuamente el deseo de poseer y la amenaza para el que lo escucha. Es un aviso de que nos pertenece y nadie nos lo puede quitar.
Este es uno de los grandes males de la sociedad actual y de todos los tiempos, el sentimiento de posesión, o dicho de otra manera de "apego hacia las cosas y hacia las personas"

Sentir apego, no es bueno porque coarta nuestra libertad  ya que nos esclaviza al objeto o persona que sentimos como nuestra. Y a veces nos impide llegar a la realización de nuestros sueños.
Entender que las cosas no tienen dueño y que los únicos dueños de los seres vivos son ellos mismos, es el gran reto que la vida nos pone delante.

Apegarnos  a la cosas, trae como consecuencia añadida el miedo, miedo a que nos quiten lo que es nuestro, y en segundo plano, rabia, tristeza, odio, amargura y todas aquellas emociones derivadas de la situación que provocaría el tener que desprendernos de nuestras pertenencias por el motivo que sea.

El apego ha provocado grandes guerras, muertes inocentes, sufrimiento, discusiones, separaciones, por apego se han cometido los más crueles y terribles actos.

Hay veces que el apego aparece con tanta fuerza que nos sofoca con sus grandes tentáculos a modo de cadenas, y nos priva del disfrute natural y sencillo que supone llevar una vida en la que seamos capaces de dejar que los acontecimientos ocurran sin oponernos, ni ofrecer resistencia, sino buscando maneras y alternativas eficaces para superar los obstáculos que vayan apareciendo en nuestro camino.

Si nos dedicamos en cuerpo y alma a proteger todo aquello que lleva el pronombre "mi " delante, nos perderemos experiencias y situaciones que nos ayudaran a crecer y a conservar lo más valioso que hay en la vida "la felicidad"

No es más feliz el que más posee, sino el que tiene lo que necesita para poder enfrentarse a la vida y sacarle el disfrute.

Hacer cosas sin esperar nada a cambio, es mas que una virtud, una forma inteligente de vivir la vida, La satisfacción de saber que lo que estamos haciendo es lo correcto, nos debería bastar.

Todo en el universo  ocurre a su ritmo, cada cosa posee un ritmo intrínseco. Respetar estos ritmos y fluir con ellos es aprender a vivir la vida aprovechando cada matiz, cada detalle por sencillo que sea,  en armonía y en paz. Aprovechando cada experiencia para crecer y aprender con ella.

A veces nos apegamos a cosas que no son indispensables para nuestra felicidad, cosas que necesitamos en su momento y que después quedan en el olvido y caen en desuso porque ya cumplieron su función. Sin embargo nos cuesta desprendernos de ellas por el sentimiento de apego y propiedad que nos une.
Con las personas pasa igual, comparten un trozo del camino con nosotros por alguna razón, y cada una de las personas que está con nosotros tiene su razón de ser y existir a nuestro lado en un momento determinado de nuestras vidas, algunas nos acompañaran siempre, y otras marcharán lejos en busca de su identidad y de su propio destino.
Comprender que la presencia, o la cercanía no es lo que une a las personas, sino las experiencias vividas, el cariño, el amor que se comparte, es lo que de verdad nos une para siempre estemos donde estemos, forma parte de nuestro aprendizaje hacía la libertad.

Sentir apego es normal y expresa a parte de nuestro deseo de propiedad, el cariño que sentimos hacia las cosas y las personas, pero es un cariño engañoso, velado por el ego, ya que el cariño autentico y verdadero es el que da libertad para que cada persona y cada cosa en el universo encuentre su propio camino y cumpla con su verdadera misión.



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