domingo, 20 de noviembre de 2011

DISFRUTAR DEL PRESENTE







Disfrutar del momento presente tiene su arte y a menudo se nos hace cuesta arriba porque nuestros pensamientos vagan libremente sin control, a su antojo, muchas veces hacía el pasado y otras tantas hacía el futuro.

Nos angustiamos por cosas que ya han pasado, pensamos en ellas con nostálgia o nos sentimos deprimidos, cabreados, irritados, defraudados, tristes... pensando en estos acontecimientos  que nos producen todos estos estados de ánimo que bloquean nuestros sentidos y nuestra percepción del presente impidiendo que gocemos de lo que la vida nos ofrece en el momento en el que estamos y que es el que de verdad importa.

¿Dé que nos sirve recordar?

Es interesante contestar a esta pregunta con sinceridad.
Si recordar no nos trae nada bueno, no tiene sentido hacerlo.
Si nos va a crear insatisfacción o disgusto es una tarea inútil, porque no nos aportara grandes cosas, ni nos ayudara a vivir la vida mejor.

Ahora bien, recordar es una función del cerebro y por tanto hemos de pensar que si disponemos de ella es porque es necesaria y habrá que descubrir en que casos debemos utilizarla y hacerlo bien.

Recordar la información de la que disponemos para funcionar en la vida, cada día, es algo necesario y  útil para nosotros y para los demás.
Recordar los errores que cometimos, analizando las causas y cambiando actitudes y actos que nos ayuden a no  volver a cometerlos, es importante y es una de las maneras en que aprovechamos el conocimiento fruto de nuestra experiencia y por tanto uno de los aprendizajes más eficaces  que se dan en esta escuela que es la vida.

Recordar para alargar el sufrimiento, es lo que nos separa de la realidad.
Si hemos pasado por experiencias desagradables o a la contra bonitas que nos hicieron disfrutar y nos atormenta su recuerdo porque nos sentimos mal, estamos trayendo al presente un pasado que nos atrapa y que no nos deja caminar ni seguir adelante porque se convierte en una carga demasiado pesada.
El pasado esta en otro momento diferente al que estamos viviendo y ya no podemos cambiarlo, no sirve de nada regodearse y permanecer anclados en él.
El pasado no se puede cambiar, pero el presente si, por lo tanto es mejor concentrarse en el Ahora, si queremos mejorar las cosas.
La única manera de cambiar el pasado es actuando desde el presente, evitando que siga influyendo en nuestras vidas ya que al hacerlo le quitamos fuerza y conseguimos que desaparezca.

Perdonar no es otra cosa que dejar que el pasado se marche y no nos afecte.
El que perdona es humilde y yo diría que mas bien es el mas inteligente porque se libera de las tremendas cadenas que nos mantienen atados a los acontecimientos, a las personas, a las cosas.

Si nuestra mirada permanece fija en el presente, libre de recuerdos, se convierte en una mirada limpia, inocente, una mirada por estrenar, como una hoja en blanco, capaz de ver la belleza, por primera vez,  capaz de juzgar sin cargas que la condicionen y por lo tanto capaz de disfrutar y sacarle más partido a la vida.

Al sol no le importa si ayer hubo una tormenta que lo dejo oculto entre las nubes, el sigue luciendo igual de majestuoso y grandioso por la mañana iluminando el cielo de la misma manera que siempre.

Las personas no somos las mismas todo el tiempo, porque tenemos la capacidad de cambiar y adaptarnos a las circunstancias, por tanto no debemos juzgar a los otros por lo que hicieron sino darles la oportunidad que todos nos merecemos de cambiar y  de ser ellos mismos, respetando el ritmo y la manera de ser de cada uno.

La prisa y el miedo son emociones fruto de una mirada hacia el futuro.
Nos alejan del presente también.
Nos atrapan con sus redes tentadoras haciendo que perdamos muchas veces la seguridad en nosotros mismos o que adelantemos acontecimientos que no sabemos que nos traeran.
Nos llena de pre-ocupación.

Seamos conscientes del momento presente ocupando nuestra mente con los acontecimientos del día.
Disfrutando de un paseo en su total plenitud, dejando que los olores nos invadan, los sonidos, el aire, los rayos del sol o las gotas de lluvia, sintiendo la tierra bajo nuestros pies al caminar.
Hagamos que una tarea cotidiana se convierta en una tarea agradable, poniendo todos nuestros sentidos en ella, sin prisa, sin salpicarla de emociones anteriores, ni deseando emociones nuevas, aceptándola tal y como se nos presenta en ese momento.

Nos cabreamos por cosas que han pasado y por cosas que están por llegar, sin darnos cuenta de que son verdaderos ladrones de nuestro tiempo presente.
El presente es único, especial, ilimitado... disfrutemos de él y aprendamos a vivir la vida con la chispa que se merece sin añadirle elementos que la despojen de su autenticidad y su libertad.

Hazte un favor a ti y a los demás:
"No te olvides de vivir la vida y olvídate de todo lo demás"