NO TE QUEJES, CAMBIALO

Quejarse y lamentarse es un deporte nacional, y es que ¿quien no se lamenta o se detiene a señalar los errores que los demás cometen y apunta con el dedo, el fallo ajeno que parece producir un sabor amargo en la lengua que reconcome el alma por dentro?





Quejarse es una tarea inútil, sobre todo si no se acompaña de una buena propuesta que invite a mejorar o cambiar las cosas que no nos gustan.


El derecho a la queja esta de moda y parece que el no quejarse minimiza la condición de ser humano respetable y sabio.
Porque al parecer quejarse esta justificado y produce una satisfacción, a mi parecer engañosa, que lamentablemente lo único que proporciona es una amargura no productiva que conlleva la perdida de valor y coraje necesaria a la hora de cambiar y mejorar nuestra vida y nuestro modo de ser.


Quejarse nos convierte en seres vulnerables, mostrando al mundo y hacia uno mismo la imposibilidad de reaccionar, ante los conflictos, de una forma mas asertiva y constructiva.


Actuar intentando cambiar las cosas desde una postura mas constructiva, fortalece nuestro carácter y nos proporciona herramientas útiles para seguir avanzando en la vida y conseguir hacer realidad nuestros sueños.


Si nos detenemos en la queja, nos paramos, nos angustiamos y como mucho lucharemos pero desde el lado equivocado, gastando nuestra fuerza y nuestra energía en una batalla casi perdida de antemano, ya que no seremos capaces de apostar por cosas mejores.


Hace unos días publique una frase que me gusto muchísimo y que hace referencia a lo que ahora estoy comentando, rezaba así:


"Si no te gusta algo, cámbialo. Si no puedes cambiarlo , cambia tu modo de pensar sobre ello"


En ella queda resumido muy bien esta pequeña reflexión que quiero compartir con vosotros.


Cambiar las cosas que no nos gustan, dista mucho de recrearse lamentándonos o quejándonos de ello.
Significa actuar, y actuar de una manera constructiva, al contrario de la queja que es destructiva.


Pero aún va mas allá porque la recomendación se extiende a la posibilidad de que si  cambiar lo que no nos gusta es difícil o no podemos hacerlo , aún nos queda una última solución, que es todavía más constructiva, que es cambiar nuestra percepción sobre ella.


Esta opción es mucho más valida, porque nos permite desarrollar la tolerancia y la amplitud de miras.
Nos permite vivir de un modo más natural y más sabio. 
Cambiar nuestro modo de percibir las cosas nos abre un abanico de posibilidades cercanos a la felicidad autentica que pasa por recrearse en la parte amable de la vida y no en lo ingrato o lo absurdo.


La vida sigue siendo maravillosa hasta en su faceta más ruin y desagradable. 
Saber mirar hacia el lado correcto y valorar siempre la belleza que se esconde en lo profundo de las situaciones nos permite gozar y disfrutar de las cosas con la verdadera sencillez y naturalidad que corresponde al devenir del tiempo.


Siempre que miramos hacia atrás cuando hemos avanzado en el camino de la vida, nos damos cuenta de que las cosas desagradables no eran para tanto, y que tal vez su misión era ayudarnos a fortalecernos y a proporcionarnos un aprendizaje que nos era necesario.

“Las quejas y las lamentaciones, si no son un elemento de cambio, si no conducen a la acción, son un algo inútil. Transitar de la cultura de la queja a la transformación, como decía Freire, es una necesidad, y para ello se precisa ir creando las condiciones para avanzar en una vida más digna para todas las personas de la comunidad educativa.

Es decir, “menos protestas y más propuestas”.

Si algo no te gusta...


           ¡No te quejes, cámbialo!


y para cambiarlo,tal vez,tengas que cambiar tu primero