La elección del remedio adecuado va unida a un desequilibrio de tipo emocional, y el estado en consecuencia que provoca dicho desequilibrio a nivel actitudinal y mental, por ello es muy fácil caer en el error de que esta terapia sea una herramienta para tratar solo desordenes psicológicos comunes como la depresión, la rabia, el duelo por la muerte de un ser querido, ansiedad, miedo, traumas... y aunque es cierto que actúan eficazmente en este terreno, no se debe acotar su uso y restringirlo a este tipo de pacientes solamente.
Edward Bach, el creador de la terapia floral, era médico, y como tal trataba todo tipo de enfermedades, ya fueran de la mente, el alma o el cuerpo. De hecho al tratar a sus pacientes, lo hacia desde una visión holística del ser humano, que englobaba estos tres aspectos a la vez.
Quiero reivindicar desde aquí el uso de la terapia floral en las patologías y enfermedades físicas, desde un simple resfriado a un tumor.
El decía "no tengan miedo del nombre de la enfermedad"
Si leemos el libro de Nora weeks, sobre la vida y la obra del Doctor Bach, comprobaremos como actuaban las flores en estos casos.
Un sin fin de ejemplos, demuestran su eficiencia, y la manera correcta de diagnosticar y tratar al enfermo.
De hecho en mi consulta he podido comprobar personalmente que es así, aunque son pocas las oportunidades que he tenido ya que lo habitual es que acudan pacientes con problemas psicológicos.
No obstante mis familiares y allegados más cercanos han podido beneficiarse de las bondades de las flores a nivel físico también.
Quizás el error se debe como decía antes a que la elección del remedio se hace analizando el estado mental que presenta la persona.
Sabemos que hay flores para el miedo, para la preocupación, la falta de motivación, la autoestima baja, la falta de fe o esperanza, el desaliento y por ende creemos que van dirigidas sólo al tratamiento de esos estados.
Por supuesto que al tomar las flores estos estados desaparecen, pero dichos estados son la guía principal e inequívoca para hacer frente a problemas de orden físico como una cefalea, una gripe, una hernia...
Puede darse el caso de que la persona no presente ningún síntoma físico, entonces las flores serán remedios que actuaran como preventivo para que no aparezcan, ya que si los estados emocionales no se solucionan antes o después el cuerpo se resentirá, dependiendo de cada persona, dando lugar a la enfermedad.
No hay un Vademecum floral para las enfermedades, ya que esta terapia se basa en que cada persona expresa en su cuerpo y en su mente síntomas diferentes dependiendo de su personalidad, por lo que una misma patología necesita del uso de remedios diferentes en cada persona.
Vayamos a un ejemplo:
Imaginemos que estamos ante una persona que padece de trastornos digestivos, un colon irritable, o una ulcera de estomago; la actitud mental, el estado en desequilibrio que presente es el que nos guiara hacia el remedio y en cada persona aunque sea la misma enfermedad sera distinta.
Podemos descubrir que el estado que aparece es un estado de miedo hacia algo concreto, que le produce nervios y ansiedad, junto a una preocupación que no cesa, en torno a un tema que no consigue apartar de su mente impidiendo un sueño reparador, en este caso necesitara de Mimulus y White Chesnud, para tratar su ulcera.
Mientras que otra persona, con ulcera también, si presenta un estado en el que reacciona ocultando su sufrimiento a los demás tras una mascara de buen humor, y se encuentra inquieto y no puede dormir por las noches, este paciente necesitará Agrimony, para tratar el problema de la ulcera.
Pongamos a esta terapia en el lugar que le corresponde y permitamos que llegue a todas aquellas personas, sobre todo, con problemas físicos crónicos, que creen que ya no hay nada que hacer por ellos, o para todos aquellos que desean utilizar una alternativa médica diferente.
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